Take me high enough to let go. {Castiel}

Estaba en Inglaterra, se sentía raro haber vuelto acá. Londres, era una ciudad a la que no volvería en mucho tiempo, y cumpliría con mi palabra, sería fiel al Señor Tenebroso... Supongo que yo sé el real por qué a todo esto de serle fiel, bueno en realidad lo sé a medias. Porque a veces es fácil confundirte. Pero mis metas e intenciones después de todo siempre han sido claras. Por más que a veces tenga confusiones, desde pequeña decidí lo que quería, y lo lograría por las buenas o por las malas. Mis intenciones se confundían tanto, que ni él había sido capaz de descubrirlo, pero mantener mi idea fija era bueno, por más que a veces sólo mi subconsciencia lo supiera. Pensar que probablemente ahora estaría pasando otro día más en la escuela de Magia Hogwarts me revolvía el estómago. Seguí caminando, no sabía con precisión dónde estaba. Sólo sabía que era Inglaterra... Complicado, ¿no?

Tal vez no me había teletransportado tan exitosamente, pero al menos lo había conseguido, muchas veces había sido un intento frustrado, pero gracias a tantos errores ahora ya podría tener la mayoría de veces la certeza de que pasara lo que pasara al menos me teletransportaría.

Podía volver a teletransportarme e ir con los mortífagos que me habían encomendado mi más reciente misión. Pero tampoco es que supiera dónde estaban. Y tenía casi náuseas por haberme ya teletransportado una vez, una segunda tan seguida no vendría bien, por más acostumbrada que estuviera. Caminé lento alrededor de un lago, había gente sí pero no mucha. Parecía ser que era día... ¿Cómo lo llaman? Ah ¡eso! Un día de semana. Esos días hábiles donde los Muggles trabajan, entonces éstos sitios de áreas libres para descansar y pasarlo en familia, estaban más bien desolados. Me pregunté qué día era hoy exactamente, y bueno tal vez qué hora, pero saber la hora era simplemente mucho pedir. Sólo tenía la certeza de que estábamos en el año 1998. O bueno... Bueno sí, de eso estaba un 99% segura. Me había perdido en las fechas, me habían ocultado, por no decir raptado y encerrado donde sólo me daban agua y pan duro.

Casi nunca comí, sólo bebía un poco de agua. Sabía que había adelgazado más de lo que debía, pero no me interesaba ni subir los kilos de vuelta... Además que era algo difícil de pedirme, no me gusta comer, no tengo tiempo y siempre tengo cosas que hacer que tienen te agitan mucho... Imposible subir de peso así. Dios... ¡¡¿Y cómo rayos he llegado a hablar de algo tan básico, flojo y aburrido como ésto? En fin, vamos a lo interesante... No puedo creer que me preocupé de hablar de alimentos.

Miré el lago. Un simple lago como diversión para los Muggles, ahí podían poner de éstos botes y cosas así... Absurdas que los divierten. Me apoyé en una baranda de madera que había en el lago, separado de un área verde para que la gente descansara allí. Como si ésa baranda me dijera, NO PASAR. No tenía ganas de salirme de lo mío, no haría nada de lo que me pudiera divertir... ¿Divertir? ¿Qué es divertirse para mí? Nunca me he divertido y ahora si quisiera ya ni sé como. Triste, ¿no? Pero es mi realidad, si no te agrada, entonces pasa de mí... Si puedes. Sentí que alguien me tocó el brazo derecho. Miré rápidamente para ver si era alguien o sólo lo había imaginado. Pero no había nadie cerca mío. Enarqué una ceja mientras volví a mirar al lago, mientras el sol daba en mi cara.

Quedé algo extrañada con lo que recién había pasado... Los fantasmas en Hogwarts siempre se podían ver como si fuesen transparentes, pero se les veía. A mí siempre me dieron náuseas, para ser sinceros. Di un suspiro por lo bajo, casi inaudible. Me volví a voltear, no me convencía de que no hubiese nada. Había un muchacho parado cerca mío. No me miraba, no parecía haberme tocado en ningún momento. Pero sé lo muy bien que disimula la gente, soy uno de ellos, ésos que disimulan muy bien. No era que me molestara que me tocaran, pero si no era para decirme nada y ocultarse, me daba la idea de que era algo un poco infantil. Sobretodo si hablamos de adultos.

¿Quién era el muchacho? Me pregunté de pronto. No parecía ser un Muggle regular. Algo me lo decía, intuición tal vez. Sólo sabía que no lo había visto en mi vida. Me quedé detenida un momento. Le miré enarcando una ceja y me mordí el labio inferior levemente. Me acerqué más al muchacho para hacerme notar, si es que ya no lo había hecho. ~Buenas tardes. Coincidencia grande que ninguno de los dos parezcamos ser de aquí y estemos aquí, ¿no?~ Comencé a decir. Sabía que no era algo que él entendería, a menos que leyese mis pensamientos. En su mirada veía lo mismo que había en mis pensamientos. Sí, yo estuve en Hogwarts y eso en Inglaterra, pero ya nada parecía igual. No me pondré melancólica, así que está bien, entiéndeme de una vez: Me da lo mismo, me viene y me va si muere o no el mundo de los Muggles, si sigue vivo porque sé que siempre alguien tendrá que dominar, pero eso no quita que sí lo sienta raro e incómodo.

El sol seguía dándome a la cara, como era obvio. Saqué de mi bolso unos lentes Ray-Ben oscuros, con su marco negro también. Miré nuevamente hacia el lago, como si éste me diera la respuesta de la clave que tanto buscaba ahora último sobretodo.

La respuesta del muchacho era tan predecible como que un francés hable mejor francés que español. Él me trató de 'usted' y de 'señorita', detalles que tal vez me hacían pensar que él era demasiado inocente... Pero demasiado como para ser real. Le miré con intriga. ~Nada, olvídalo.~ Dije sin darle el gusto en darme a entender. Pero algo en su mirada me dejaba saber que él tal vez había entendido mejor lo que dije de lo que expresaba en sus palabras. Clavé mi mirada con la suya, no demostré absolutamente nada. Ni siquiera con las intenciones de causarle miedo. Pronto desvié mi mirada porque nunca me ha gustado mirar mucho a la gente en los ojos directamente, y menos por mucho tiempo. Me parecía invasivo, como si ellos así pudieran desbloquear tu clave e ingresar a tus pensamientos. A mí sí me ha gustado siempre intimidar a la gente cuando es necesario y cuando no, 'no te metas conmigo y no me meteré contigo'... O al menos eso a simple vista.

Me mordí el labio inferior. Sentí como si éste sangrara. No hice exclamación alguna, pero llevé mi mano derecha a los labios. Los retiré un poco para ver en la yema de los dedos si había algún rastro de sangre, pero no había nada a simple vista. Me remojé los labios y me decidí por ignorar ésta situación algo extraña. Nunca me había pasado algo parecido. ~Irónico.~ Dije pensando en lo lindo que era el día y en lo difícil que estaban pasando las cosas últimamente. No me interesaba lo difícil que fueran, sabía que podría superar cada prueba y obstáculo que me interpusiera entre mis metas, pero era innegable que incluso los muggles comenzaban a darse cuenta de que algo no andaba bien. Y eso podía derrumbar lo que he estado construyendo por ya más de cinco años. Sabía que al haber dicho esto, sólo confundiría más al muchacho, si es que estaba confundido realmente. ~Un día espectacular para el espectacular caos que hay actualmente. Irónico, ¿no?~ Agregué, aclarando mi comentario anterior.

Miré de reojo al muchacho, no parecía ser de aquí... Pero no de aquí de Inglaterra, no parecía pertenecer a éste mundo, o al menos ésta época. Tal vez no era simplemente un muggle, mi instinto tan bien desarrollado comenzaba a arrojar poco a poco sus primeras cartas. Que comience el juego. Veamos qué tan bien la sinceridad puede ayudar, siempre y cuando la sinceridad... Sea la sinceridad que te convenga mostrar, claramente.

El dijo que no sabía entender bien el sarcasmo, o la ironía. Yo entonces entendí que no era un humano. A éstas alturas cualquiera lo entendía. Pero tampoco era un Mago, podía sentir que no lo era, me habría reconocido tanto si fuera de la escuela de Hogwarts, como si fuera un mortífago, o Aliado a la Orden del Fénix. Me di cuenta de que el muchacho había extendido su mano, junto a otra sonrisa, difícil de leer. 'Mi nombre es Castiel' Le escuché decir, aún sosteniendo esa sonrisa que yo no sabía identificar. ¿Falsa? ¿Sincera? ¿Amable? ¿Ruda? Él se presentó, sí... Pero ¿tenía segundas intenciones al presentarse? Fácilmente podía querer saber mi nombre. Pero esta vez yo jugaría más inteligentemente comparando a como lo había hecho en diferentes ocasiones donde sinceramente había echado todo a perder. Pero de ésas metidas de pata había aprendido.

Castiel, tenía un vago recuerdo de alguna vez haber recordado ése nombre, pero no pronunciado en ningún idioma humano. Lo había oído en Pársel, el lenguaje de las serpientes. Alcé mi vista y estreché su mano, no la apreté mucho para ser cuidadosa. Tenía un aspecto inocente y... Frágil, éste muchacho. Arrugé el entreceja mientras pensaba ligeramente cómo presentarme a mí misma. ~Encantada, Castiel~ Procuré mantener la vista en alto. Mirando a Castiel sin preocupación alguna. 'Quién nada hace, nada teme' ¿No dice así el dicho? Pues si crees que he hecho algo, te dejaré saber que no tengo nada que temer. Puedes decidir creer o no en el dicho absurdo de los Muggles... O quizá, no tan absurdo.

~Yo soy Adara Lucille~ Me presenté finalmente mientras dejamos de estrechar manos. Esbocé una sonrisa. Le di la espalda al lago, apoyando mi espalda ahora en la baranda. Él estaba de lado, así que no era a considerar una falta de respeto... Creo.

Saqué mi varita, casi automáticamente miré al muchacho. Recordé a aquel otro chico al que no me permitía recordar muy seguido. Cerré los ojos por unos momentos. ~He escuchado a mucha gente decir que no son lo que parecen, porque son más buenos de lo que parecen. O intentan ser malos, pero es todo un juego. Aunque esta vez, puedo jurarte Castiel, realmente no soy lo que a simple vista parezco.~ Probablemente todo este tiempo él había estado pensando en mí como si fuera un Muggle. ~No soy un Mugg... Perdón, no soy un humano común y corriente. Algo me dice que ya te diste cuenta de eso. Pero va mucho más allá de eso...~ Me volteé de vuelta al lago, para entonces conjurar el hechizo que no sería peligroso, si se hacía contra el agua. ~Lacarnum Inflamarae~ La varita comenzó a desprender llamas, iban dirigidas al lago. Quedaron prendidas por unos minutos, no se apagaban tan rápido porque eran mágicas, pero no usé un hechizo mayor, no quería incidentes. Vi como todos los muggles que habían ahí comenzaron a correr lejos. Me reí por lo bajo, y las llamas se esfumaron entre el agua del lago que parecían haber tragaddo el fuego.

Y todo funcionó como lo esperé. Él me 'felicitó' por así decirlo, a lo que yo me mostré inexpresiva, no era lap rimera vez que recibía un halago, y éste podía ser uno calculador. Bajé la mano que sostenía Jenioux, mi varita. Pero no la guardé. Escuché sus palabras, casi sonriendo, pero no… Seguí inexpresiva. ¿Un Ángel del Señor? ¿Qué Señor? ¿Voldemort? Ah… No. Él era de ésta otra especie, de eso estuve segura. Había averiguado sobre las especies que tenían una existencia paralela a la mía… Una de la que no habíamos sabido por siglos. Nombró que era un Ángles de su Señor... Había oído a los Muggles llamar 'Dios'. Así le hacían llamar, habían creyentes, distintos modos de creer. Religiones, se nombraban. Tal vez a ése Dios, al Dios de los Cristianos se refería. Pero no tenía cómo saber, si preguntaba tampoco realmente entendería.

~Pues nunca había tenido la oportunidad de hablar con un Ángel. Luces como un humano, pero por momentos demasiado inexpresivo para ser uno, y sé que estás intentando leer mi mente, Castiel. Léela, no hay nada que vayas a encontrar.~ Podía sentir un leve dolor de cabeza, y sabía que era por él, aunque fue más bien decirlo a ver si tal vez era cierto. Una intuición más bien. Me preguntaba si los Ángeles tenían sentimientos, intereses, disgustos, motivos de enojos... Tal vez eran como una especie de robot.. Pero eso sonaba siniestro. Aunque yo también era algo así.

Pero claro, no podía dejar de tener sentimientos, por más mínimos que fueran después de todo, ¿no? Esperé con toda calma a que él dijera algo, si tenía que responder de algún modo lo que yo había dicho.

Él parecía todo éste tiempo haberse estado esforzando mucho por mantener su expresión con vida, ahora ya había relajado la cara. Eso significaba que tal vez ya confiaba más en mí y no planeaba ocultarse. O tal vez con ya haberme dicho que era un ángel se había relajado y eso era todo. No sé, difícil de deducir. Ni siquiera por intuición, ésta que casi nunca me fallaba, ahora no tenía planes de aparecer. ¡¡GENIAL!! Escuché con atención las palabras del muchacho, que me dejaron realmente perturbada; ~Los ángeles somos unos seres escurridizos que no se muestran así como así. Por lo de leerte la mente, perdona, un amigo me dice que antes debería de pedir permiso, pero lo cierto es que necesitaba saber si tú eras la bruja por la que me encuentro aquí.~ Enarqué una ceja, sin demostrar mi real impresión.

Dejé de apoyarme de la baranda. Flexioné levemente una pierna, apoyándome más sobre la otra. Miré la punta de mi varita Jenioux, estudiándola con mis dos manos, dedicando mi vista aguda hacia ella. Sin levantar la vista, pregunté, ~¿Quién te envió? ¿A qué te envió y qué planeas conseguir conmigo?... Si es que soy la hechicera que andas buscando, pero asumiré que sí. Y no te disculpes, 'pedir permiso' no es algo que yo haga mucho. Deberías considerar responder mis preguntas... No he entendido nada. ¿Qué podría querer alguno de tu especie de una hechicera, como yo?~ Sentí que el cabello se elevaba con el viento. Mis ondulaciones naturales se dejaban llevar por las corrientes de viento. Poco me importaba.

Miré al muchacho, mientras me sacaba los lentes, subiéndolos, hasta posicionarlos entre mi cabello por arriba de la frente.

Me mordí el labio inferior. ¡Puta manía! Siempre me hago eso, al principio lo hacía para calmar mis nervios, ahora es más bien una manía o un tic, llámalo como quieras. Respiré hondo, estaba tranquila, por adentro y por afuera, si me planeaba raptar y llevar con su 'Señor', sería fabuloso. Por fin algo de acción importante después de tanto tiempo. Sí... Dos semanas. ¿Soy hiperactiva? No sé, sólo quiero acción. Pero parece que ahora último es mucho pedirle a una chica que los mortífagos protegen como si fuera la última pieza de Voldemort.

Escuché al muchacho. Me volvía a decir humana y le... Mantuve la compostura. No caería tan bajo. Seguí oyéndolo. Él me dio la espalda y se fue a sentar a una banca blanca. Inhalé profundamente, para entonces dejar salir el aire. ¿Al enemigo? ¿Desde cuándo éramos enemigos? A él ni a nadie le convenía ser mi enemigo... ¿Por qué? Bah, eso no te lo puedo decir. Eres demasiado poco importante como para saberlo. Además que no es de tu incumbencia. Yo no era de las personas que seguirían a la otra, no era de las que demostraría interés por saber algo. Sólo dejaría las situaciones fluir. Si el barco remaba para mi lado, perfecto, si no, bien también. Las situaciones suelen ser tan planificadas. Es absurdo. Pero en realidad, las situaciones se tienen que dar. Si no suceden, no las forzaría ni aunque me lo ordenara Lord Voldemort en vida.

Una pequeña cría se acercó a donde yo estaba. La vi de reojo, sin girar mi mirada para observarla, aún así podía verla y darme cuenta de sus dimensiones. Ella parecía estar mirándome. Suspiré por lo bajo, guardé mi varita de modo que ni se veía donde la guardaba, en un abrir y cerrar de ojos. Me apoyé de vuelta en la baranda con los codos. Bajé la vista y miré a la niña. Supe de enseguida quién era. Parecía no afectarme verla otra vez. Pero dentro de mí habría llegado a llorar... Bueno, no tanto así. Mi mirada fría, casi despectiva. ¿Qué más daba? Sólo una cría llorona... Pero yo sabía que iba mucho más allá de eso. Sin embargo lo ignoré. Sabía que pronto tendría que deshacerme de ella. Mantuvimos las miradas tensas, sin dejar de mirarnos. Momento tenso e incómodo. ~Siempre en el momento indicado... ¿Damos un paseo... por el lago?~ Hice sonar mi voz repentinamente. A ella pareció descolocarse el corazón del pecho.

Fruncí los labios. Esbocé una sonrisa ladeada. Saqué mi varita otra vez, dejando caer la mano que la sostenía. No la usaría a menos que fuera necesario. Las manos de Abigail parecían tiritar... Recordé a sus padres decir, 'Adara... ¡Es sólo una niña!' PLACENTEROS RECUERDOS. Usé la misma sonrisa que había usado esa vez, esa vez que había sido la última vez que ellos veían a su ''pequeña'' e ''indefensa'' cría. Le tendí mi mano izquierda, obviamente la que no sostenía la varita. Ella tomó mi mano. Sentí como ésta tiritaba. ~Tranquila. Todo irá bien... Sólo tendremos una conversación, ¿va?~ Mi voz sonaba amable, dulce, encantadora. Miré al ángel Castiel. Entonces con la niña, pasamos por encima de la baranda de madera. Yo la ayudé a atravesarla. Fui tierna, como si fuese mi hermana menor.

Entonces llegamos hasta el lago, ahora sí estábamos cerca del lago. Más de lo que la pequeña niña se querría imaginar. Más que cómodo para mí. Bloqueé mis pensamientos, para que nadie los pudiera leer. Algo que Severus Snape me había enseñado a hacer. Volví a sonreír, ella parecía estar más tranquila. ~¿Ves? No hay nada a qué temerle. La vida está llena de malentendidos, Abigail.~ Ella tenía cara de ingenuidad plena. Entonces asintió, y de a poco comenzó a sonreírme. ~Y ¿cómo ha ido todo? Desde... La última vez que te vi...~ Pregunté con tono inexpresivo, como siempre. Ella parecía tener la lengua trabada. La esperé y ella se disponía para hablar. Pero sentí que algo interrumpiría. Probablemente Castiel. Alcé mi mano abierta a la altura de su cara, frunciendo los labios y volviéndome hacia atrás para corroborar que no había nadie cerca. Donde estábamos nosotras sentadas, era una zona prohibida. Nadie podía entrar a la zona del lago. Pero yo soy yo... Por más que te cueste aceptarlo es así.

Sentí como llegaba otra persona gritando desesperadamente, ésta estaba más o menos a unos 200 o 300 metros del lago, pero no tardó en llegar. Escuché sus gritos. Me paré con calma, sin dejar entrever nada de lo que pensaba. La muchacha me miró. Le sonreí dándole confianza, aunque por dentro mi sonrisa era falsa hasta la médula, estaba lejos de notarse bajo cualquier mirada. Ella se posicionó a mi lado. Yo puse mi mano en su hombro. Subí la mirada. ~¿Qué ha de conseguir sulfurándose?~ Comencé por decir con suma calma. Apenas se dejaba leer mis palabras en mis labios, pero mi voz era potente, fuerte y clara. La muchacha flexionó por la mitad su dedo índice, en señal de que me acercase a ella. Me bajé a su nivel sólo con el torso para arriba, mis piernas a penas las flexioné.

Ella se acercó a mi oído, la escuché murmurar: Tengo frío.

Abrí la boca para decir algo, sólo exhalé, había estado conteniendo la respiración, ni me había dado cuenta. Claro... Para ganarte a una niña tienes que ser... ¿Dulce? Saqué mi abrigo y se lo puse alrededor de sus hombros. Ella me agradeció. La vi tiritar. Yo ni frío era capaz de sentir. Quedé con una polera blanca de tiritas finas sobre los hombros, era suelta, se movía mucho con el viento y más frío provocaba. Pero eso si a mí me importara en aquél minuto. Me volví a levantar, me paré derecha mirando al cazador. ~Venga a buscarla, si gusta. Espero que... Si es que logra llevársela, no se vaya contra la voluntad de Abigail.~ Recomendé calmada.

Saqué a mi varita. Alzándola contra él. Si él cargaba contra mí, conjuraría un hechizo antes de que me atacara. Sería divertido. Recordé a Castiel por un momento... Pero ya no estaba. Daba igual, pero tal vez él tenía algo que ver con éste cazador. Tal vez él me había mantenido ahí el tiempo necesario para que el cazador llegara. Pero... Si no podía verme, sería más divertido aún. Esto para mí era sólo diversión después de todo. ~Caeca Temporalis.~ Éste hechizo me convertía en invisible, sólo lo haría temporalmente. Tomé en brazos a la niña, ella también se hizo invisible. Aguardé para mirar qué hacía el cazador. Traspasé de vuelta las barreras entre el lago y el área libre. No hice ruido, me tomé mi tiempo para hacerlo porque si no hacía ruido y no me veía, no tendría pista alguna de dónde estaba metida.

Sentí la desesperación del cazador. Abigail me distrajo un poco, me habló y yo tenía que responderle en voz bjaja contoda calma. Sentía voces, el cazador gritó; 'Dame tu nombre bruja! Quisiera contarle a mis nietos como fue que te maté'. Me hice visible nuevamente. Otra voz dijo, 'Mi nombre es Nicole McGowan, pero tu nunca volverás a ver a tus hijos siquiera'. Volví a bajar la vista y sentí golpes. Provoqué el hechizo nuevamente para hacerme invisible. Agarré del brazo a la niña y me lancé al lago junto con ella. Sabía que habían modos de respirar bajo el agua, pero no era precisamente mi idea que la niña pudiera respirar bajo el agua. Salí a la superficie, gracias a la conjuración del hechizo que hice bajo el agua 'Ascendio'. La niña no estaba en la superficie. Alcé mi vista hasta donde hace un minuto había estado el cazador. Había un demonio, o más bien una demonio. Atacó al cazador. Esbocé una sonrisa. Salí del lago. Vi el cuerpo de la niña dentro del lago moviéndose con desesperación, las ropas que llevaban le pesaban y no podía subir.

No me gustaba que la gente se metiera en mis peleas. Ésa demonio no tenía nada qué hacer aquí. ~Hora de aclarar las cosas. ¡Depulso!~ Mantuve mi varita firme contra la demonio. El hechizo Depulso, expulsa potentemente a una persona u objeto. Me mantuve seria y firma, mi hechizo funcionó tal y como lo planeaba. Vi al cazador con desesperación peleando, pero el demonio con el que peleaba había sido recientemente expulsado. ~¿Qué es lo que quieres? ¿Matarme y quedar como un héroe? ¿Insultarme y conseguir que me vaya llorando? O... ¿Rescatar a la pequeña Abigail? Dejado a tu decisión, pero yo que tú ya no perdería el tiempo. Ríndete. No hay modo de que ganes en ésta. Tu egolatría ha de haberte jugado una mala pasada ésta vez.~ No me gustaba la seguridad del cazador, porque si en realidad era tan seguro, ¿qué era lo que lo hacía tan nervioso?

Recordé a Castiel, que de la nada había desaparecido. ¿Tenía algo que ver con todo esto? Me temía que mi intuición me decía que sí. Me daba igual, no había depositado nada de confianza o valor en él. Me resultaba divertido cómo una simple varita, acompañada de memoria y sabiduría, puede hacer tanto. Miré de vuelta al lago, frunciendo los labios y encarnando una ceja. Abigail había salido a la superficie, pero era ahora sólo su cuerpo. Estaba estirada y no se movía, tenía los ojos cerrados y los labios morados. Miré al cazador, sabía que probablemente se abalanzaría contra mí apenas viera a la pequeña muchacha ahora muerta por mí causa.

Si él se hubiese dedicado a rescatar a la que era parte de su 'familia', ahora tal vez la tendría en sus brazos, ella sólo estaría asustada, pero con vida. A mí me daba igual, me había resultado lo que yo había estado esperando. Después de todo el día no estaba resultando teñirse de un tono aburrido.

Escuché la desesperación del cazador. Casi esbocé una sonrisa, pero me contuve de ella. Él estaba realmente histérico, exaltado, exasperado... ¡¿Con qué clase de energúmeno me había topado por los mundos diversos que nadie conoce?! {?}

Desde que me comenzó a gritar, realmente su hiperactividad y desesperación me dejaban negativa o positivamente, vaya a usted saber, anonadada.

Entonces vi a Castiel reaparecer, me dio otro de éstos discursos, me llamó Adara Lucille, gracias a mi propia mala suerte no le di mi apellido al supuesto ÁNGEL con el que trataba. Bufé indiferentemente ante aquél discurso. ~Pff... Y yo pensé que ya había escuchado prejuzgaciones insuperables.~ Fue lo que le dije a Castiel, quién sostenía su mirada colgada a la mía. Su modo de intentar amenazarme con la mirada me hacía gracia, aunque mi rostro permanecía inexpresivo. A mí parecían no entrarme balas por nada, pues eso tal vez resulte desesperante. Miré al cadáver de Abigail. Era lo que tenía que hacer, y no sólo porque sabía demasiado, sino que para que se reencontrara su familia. Oye... No es sarcasmo, ¡De verdad! Hablo muy en serio, si ya los mortífagos y compañía acabamos con parte de su familia, habría que seguir con toda la generación hasta acabar, y así estaba haciendo. Castiel y el desesperado cazador no lo entendían, y se dedicaban a prejuzgar y defender a una niña a la cuál ni siquiera habían conocido, ni siquiera le habían dirigido la maldita mirada alguna jodida vez antes de verla muerta.

Típica mentalidad básica, poco práctica, absurda, y para qué seguir. Me llevé una mano a la cintura. ~Fue un gusto conocerte, Castiel.~ Dije sonriendo con cinismo a no poder más. ~Ya casi me debo ir. ¿Algo más a por decirme?~ Cualquiera me habría abofeteado la cara, quería saber de lo que el angelito Castiel, era capaz.

TEMA FINALIZADO, CERRADO Y ENVIADO A LA PAPELERA