Tomando unos tragos, aunque precisamente no era eso lo que esperaba [Oliver Wood, libre]

Era tarde y no tenía ánimo de pasar toda la noche conduciendo sin parar en ninguna parte. La ciudad de Nashville era bastante grande y había una gran cantidad de lugares en donde elegir pero este bar me pareció indicado, iba pasando por afuera, estaba de camino y se veía agradable, hasta tenía en donde estacionar el auto así que todo bien.
Mi destino: Texas. Aún me quedaba camino que andar así que no estaría mal "distraerse" un rato.
Con respecto al largo trayecto que a veces me toca hacer para ir de un lugar a otro, debo reconocer que no me agradan mucho los aviones, por eso prefería manejar por días si era necesario. Obviamente que no por un tema de altura pero varias cosas de ellos hace que no me agrade subirme a uno. Lo había experimentado el año pasado. Principalmente era el encierro a tantos metros de altura lo que me disgustaba, muy al contrario de lo que se siente en el Quidditch, donde sientes libertad total. Pensar en eso me revivía las ganas que tenía de que empezara la temporada. Aún quedaban unas semanas y ya no podía esperar más.

Me saqué el cinturón y me aproximé a la puerta de entrada, ya podía sentir el olor a diferentes tragos en el ambiente, mezclado con el del cigarro. ¡Genial!
Abrí la puerta y el lugar estaba colmado de personas, jóvenes en su mayoría. La iluminación y decoración de este dejaba al descubierto que tenía sus buenos años pero que había tenido una remodelación. Adentrándome pude ver a unas señoritas que estaban pasándolo de lo lindo, por otro lado a unos tipos más adultos quiénes fumaban unos puros. Caminé hasta la barra y me senté en una de las sillas. Le pedí al hombre un Terremoto, era un trago del que había oído hace unos días. El barman me miró con cara de no entender nada y dijo, -¿disculpa?-
-Terremoto-, insistí, -¿no lo tienen?-
-No-, dijo él con inseguridad en la voz, -no creo que lo tengamos-.
-Ah, no importa, ¿puede ser un Martini entonces?- Pregunté con los brazos cruzados sobre el mesón.
-Sí claro-. Dijo el chico, con la voz vuelta a la normalidad.
Entonces me quedé ahí esperando sin decir más.

-Da la idea, no? -Dije, y luego reí levemente.
El chico del lado parecía agradable, aunque algo intranquilo... Me recordaba a alguien pero no lograba decifrar a quién.
El barman volvió rápidamente y puso el trago en frente mío, -gracias, murmuré y tomé el vaso.
Probé y estaba bastante bueno, al menos como lo recordaba.
-Y bueno, ¿esperas a alguien?-, le pregunté al chico, suficientemente alto para que me pudiese oír por sobre la música del lugar, esperaba que no le molestará la pregunta. Como uno no conoce, no sabe bien como se tomarán este tipo de preguntas, tal vez algunos podrían pensar que es raro o "dudoso", o que pretendía algo. Por supuesto que no lo hacía.
Probé nuevamente el Martini, y me gustaba mucho! Esperaba no entusiasmarme ni sobrepasarme demasiado ya que tenía que seguir mi camino, no podía tomarme todo el tiempo del mundo. De todas formas lo peor que podría pasar es que tenga que irme a un motel de esos para esperar a que pase pero no creía... era cosa de controlarse nada más. Además que no estaba tan solo y amargado como para emborracharme, refiriéndome a esos tipos que pasan las penas y su soledad con el alcohol.
Esto me provocaba ganas de volver a la ciudad para ver salir a divertirse con el grupo de amigos pero en estos momentos tenía una tarea que cumplir.

Escuché sus palabras y asentí, luego probé otro poco del trago. Cuando terminé pensé rápidamente en que le podía decir, él me había preguntado "de adónde era".
De partida no tenía idea de quién era la persona que estaba al frente mío. No daba la impresión de que fuera un hechicero ni nada por el estilo. No me sonaba su cara para nada pero bueno por otro lado podemos sin problema pasar desapercibidos, solo que la intuición a veces te dice lo contrario de lo que aparenta ser...
Pocas veces me había tocado estar en esta posición donde tenía que elegir que decir, si mentir o no. Pero normalmente si me preguntaban era porque eran simples muggles así que era normal que mintiera y lo pretendiera ser, no me quedaba otra, aquí por lo general encuentras a gente normal, ¿no? Igualmente no era de mi agrado hacerlo pero ya me estaba acostumbrando.
-No, no soy de aquí-, negué con la cabeza, al mismo tiempo en que hablé. -Voy para los Ángeles, vivo en Nueva Jersey, quería tomarme unos días lejos de todo, ha sido un año realmente complicado, por eso me tomo hasta la molestia de ir en auto-. Hice un mueca, semi riéndome del hecho de que realmente estaba atravesando este país yendo de un extremo a otro, todo para alargar el tiempo.
No era que estaba enojado con la gente que me rodeaba pero sí con las situaciones e información oculta y por eso pensaba que si iba y decidía tomarme un tiempo alejado podría pensar mejor las cosas y tomar una decisión conciente respecto a todo.
-¿Y qué hay de ti? ¿Eres de por acá?-

Presté mayor atención esta vez a lo que decía. Cuando finalizó bebí un poco más del martini y luego comenté,
-comprendo.. Lo cierto es que nunca he ido a Los Ángeles, no tengo idea de que ocurré allí, ¿hay algo que deba saber?- inquirí, frunciendo el ceño.
Cúando le pregunté de si era de por acá esperaba una respuesta más concreta, algo así como su nacionalidad pero no, solamente expresó que en realidad no pertenecía a ningún sitio...
Era un señal, tal vez no era tan normal como se veía o quizás solamente era yo y mi paranoia. Porque no toda la gente tenía que ser, distinta, o rara o especial... Simplemente podían ser muggles, "gente corriente", humanos... aunque yo tenía claro que era un imán para atraer a gente distinta en el mundo normal. Era como si no puediera vivir sin ellos.
-¿Y por qué razón no puedes quedarte en lugar estable? ¿Por tu trabajo?- Pregunté tratando de que no sonara como que me importaba demasiado pero si tenía curiosidad por saber.
Terminé de tomar el trago y la puerta se abrió, presté atención... Tal vez era la persona a la que el chico de al lado estaba esperando. No le había preguntado su nombre todavía, no era necesario por lo demás.
Entró un hombre que a simple vista aparentaba unos 50 años, miré disimuladamente y luego dejé el vaso en el mesón. Miré al barman que seguía sirviendo tragos y dije, -rellénalo por favor, con cerveza esta vez-.