Tal vez esto sea sólo otro día. {Damien}

¿Qué puedo decir? Todo esto últimamente era extraño, pero era bueno. Nadie sabía mis intenciones, nadie podía juzgarme porque no sabían nada. ¿De qué lado estaba? Sólo yo y Mi Señor lo sabíamos... Claro y los aliados. Era difícil de aceptar a los 'semidioses' algunos lo intentaban negar pero ¿para qué negar nuestra existencia mutua? O sea... Al fin y al cabo hay más de una rareza en la vida, ¿me comprendes? Hay que aprender a creer, no... Mejor dicho a entender. Pero claro, la sabelotodo Hermione jamás se convencería de eso, porque no estaba en sus libros de ciencia, ¿no? Pff...

Viajé a U.S.A., tampoco es que te pueda decir por qué, llegué al estado de Chicago y comencé con mi búsqueda. No demoré en darme cuenta de que no sería fácil, incluso podría no estar en Chicago, podría ser una trampa, pero me tenía que asegurar bien de que no lo fuera, y si la era, los haría pagar uno por uno. Mientras proseguía mi búsqueda, sin darme descansos, sin parar por detalles, me encontré a un chico un semidiós llamado Darien, hijo de éste Dios... ¿Cómo se llamaba? Ah sí, Poseidón. Le dije que me acompañase y no sé como acabé convenciéndolo, él me podía servir de mucha ayuda para mi búsqueda aún si que yo le dijese para qué era, él me daría información sin saberlo y eso me era suficiente razón como para saber que ya contar con él sería crucial.

Tuve suerte de toparme un semidiós, más uno de... Cómo les llaman? Los Tres Gigantes... Ah no, los tres Grandes.

Íbamos en silencio, eso era bueno para mí. Lo ideal, pero él rompió el silencio, se detuvo en medio de la calle y me miró fijamente. Enarqué una ceja, sabiendo que diría algo, ya me veía que me decía algo muy terrible... Pero sólo me preguntó: '¿A qué has venido a Chicago?' Pensé algo antes de responder, conociéndome a mí y mis planes, no era algo muy fácil de responder que digamos. Mantuve una ceja enarcada mientras rápidamente pensaba en qué decir. Mientras intentaba ver cómo respondía su pregunta, de pronto yo también me la hice... ¡¡¿QUÉ RAYOS HACÍA EN CHICAGO CON UN CHICO AL CUÁL LE DEBERÍA SACAR INFORMACIÓN PERO ÉL RESULTA ESTAR INTENTANDO SACÁRMELA A MÍ?!! Rayos... Cálmate - Pensé para mí misma. Obviamente, para mis afueras lucía tranquila, algo pensativa, era una pregunta fácil y yo era inteligente y habilidosa la respondería sin ningún problema. Y si él ya tenía todo claro 'Confundus' para el muchacho. No demoré mucho en percatarme de que ya estaba respondiendo: ~ Vine a completar una misión para Mi Señor. ~ Respondí con suma honestidad. ¿Por qué había sido tan sincera? Antes solía decir 'Vine a ver a mis padres' o cualquier cosa factible, me mantuve calmada... Si lo había dicho era por algo, era porque el Señor Tenebroso estaría de acuerdo, no había que esconderse, como si uno estuviera avergonzado de ser parte de él, aunque para hablar de 'no esconderse' no soy la indicada.

Le miré, esperando que me creyese, en sus ojos podía ver toda su desconfianza hacia mí. Era típico, pero me hacía impredecible, cosa que no podía sentarme mejor. Ahora... Casi pensé que no me creía ni mi nombre. Él no se había presentado, pero yo ya sabía que el era un Semidiós, me habían enseñado a distinguirlos... También sabía que era un hijo de Poseidón. Pero no sabía su nombre, pues no leo mentes, distingo razas, cosa que me parece más útil aún. Porque si sabes que te pueden leer la mente por telepatía, bloqueas tu mente y ¡fin! En cambio ellos no pueden ocultar por como se les distingue. A nosotros no se nos distingue, o eso me habían dado a entender hace poco. Miré de nuevo al muchacho. Intenté no concentrarme demasiado en los ojos de éste, eran... Este... ¿Cómo decirlo? De éstos ojos por los cuales te distraes fácilmente, bueno si somos honestos, el muchacho era enteramente atractivo, su nariz definida, sus cejas, labios, cabellos, estructura física, pero qué más daba. Nunca me había importado éste tipo de cosas, porque nunca les había dado tiempo y no lo comenzaría a hacer ahora, ¿vale?

Podía deducir que le costaba mucho trabajo creer mis palabras. Pero no por nada somos magos, ¿cierto? Si no me creería por su propia mente, manipularlo con algún truco no vendría mal. Pero luego me lo pensé mejor... No, no todavía. Si ya iba muy lejos simplemente lo confundiría y él se olvidaría, esperaba no tener que llegar muy lejos. Esperé a que él respondiera para saber qué era lo que pensaba, y si no me lo quería decir, me metería en su mente por las malas y al final de sacarle toda la información posible... Jamás recordaría que nos vimos, y si tenía suerte recordaría su nombre. Pero, ''never mind, never mind'' No tendríamos que llegar a ésas circunstancias ¿cierto? Aguardé. En mi mirada de cierta travesura, como siempre suele lucir, pero esta vez algo más marcada y curiosa por saber lo que decía el chico, reflejé calma y paciencia, como si pudiese esperar un año su respuesta y no me molestaría y en decirle que se apresuraba, que me daban ganas de saber si me creía o no.

Él pareció creerme, porque mi respuesta era 'rara'. Y me hizo la pregunta obvia. Esbocé una sonrisa. - ¡Ja! ¿Otra pregunta más? Mira, si tú crees que yo soy... No sé, de éstos traidores en tu mundo de semidioses, no es así. Te diré las cosas como son, y si no me crees será mejor que lo digas porque o si no te lo acabaré demostrando por las malas. - Él comenzó a caminar de nuevo y yo le seguí, no me iba a quedar parada como una imbécil sin hacer ni decir nada. Aguardé unos segundos en silencios. Mi instinto me guió. Me apresuré para seguir los pasos del muchacho y entonces sentí la presión en los latidos del corazón. Tuve problemas para respirar aunque tal vez no se notaba mucho. Me apoyé en el hombro de él para mantenerme en pie y lo miré. ~No puedo respirar bien, y siento que los latidos del corazón me tiritan. Estamos cerca, a la derecha.~

Cerré un momento los ojos y procuré recuperar mis fuerzas. Dejé caer mi mano y doblé a la derecha para seguir caminando. ~Sé que eres hijo de Poseidón, y que eres un semidiós, pero no soy de tu especie.~ Comencé a decir mientras me detuve un momento para saber dónde seguir ahora. De pronto hubo un corte general alrededor de todo el pedazo de Chicago donde estábamos. Habíamos llegado. Recién ahí me percaté de que era de noche. Quedamos a oscuras... Justo tengo que tenerle fobia a la oscuridad. Esto sólo ''mejoraba'' las cosas, ¿no? Pero intenté controlarme, no pasaría nada. Saqué mi varita de su escondite. ~Lumos~ Dije mientras veía como mi varita hacía su trabajo, ésta proporcionó luz en su punta extrema. Ahí pude ver que el chico estaba al lado mío.

~Soy una hechicera. No sé si has escuchado hablar del descubrimiento de otras especies, o sea no hay sólo Dioses, Titanes, Semidioses y todos los de tu especie, sino que hay Brujas, Magos, Mortífagos también. Además de que hay Cazadores de otra especie y también hay otra de la que no he podido averiguar. Tal vez ya habías oído hablar de mi especie, yo sí de la tuya, aprendí a distinguirla, por eso supe del principio que eras un semidiós hijo de éste Dios. Cada hechicero tiene una varita, vamos a una escuela de Magia, llamada Hogwarts para aprender a controlar los poderes que poseemos. Ustedes a los humanos les suelen llamar... ¿Mortales? Suena algo tonto, porque tú también eres Mortal, puedes morir. Nosotros los denominamos Muggles, gente sin poderes para utilizar varitas, para explicarlo de algún modo.~ Sentí un golpe dentro de un galpón, cerca de dónde estábamos.

Me agaché y tiré del brazo al muchacho para que hiciera lo mismo. ~Lamento el tirón si te dolió. Pero ahora tu vida depende de mí, tal vez no debiste haberme acompañado, pero si sales sólo, no llegarás a salir con vida, porque mi mundo es paralelo al tuyo, no sabes nada de él, como yo no sé casi nada del tuyo. Deberás seguirme, y hacer lo que te diga. Sé que lo odias, puedo descifrar tu personalidad, pero de verdad no te queda otra alternativa. Si quieres irte no te retendré tampoco. Es tu decisión, muerte segura o... Algo de diversión.~ Casi esbocé una sonrisa de travesura. Volví a sentir el forcejeo. Teníamos que entrar, pero con él ya no era seguro. Pensé rápidamente qué hacer, pero el tiempo se nos agotaba.

Me mordí el labio. Sentí un susurro en mi cabeza. ~¿Oíste eso?~ Sabía que era absurdo. Eran las serpientes, siempre me susurraban cosas cuando estaban cerca... Espera ¡¿qué rayos? Miré alrededor iluminando con Jenioux, y ahí estaba ésta. Haciendo su típico sonido, éste que yo podía descifrar como palabras. Negué con la cabeza cuando ésta me volvió a susurrar. Miré al muchacho. No le habría dirigido la palabra, pero ahora tenía que hacerlo mi aliado de ésta pequeña misión encomendada por Lord Voldemort. ~Qué rayos hablarán allá adentró. Auris Magna~ Concentré mi varita Jenouix en el galpón. Ésto último servía para agudizar el oído y oír a través de paredes. Podía oír algunos gritos, pero no entenderlos, estábamos muy lejos aún.

La serpiente siguió hablando. Y ya me hacía perder tiempo. ~Depulso~ Dije contra la serpiente. Hechizo que hace a la persona, animal u objeto salir expulsado potentemente. Ésta salió volando por los aires. Me volví al chico. ~Ya sabes lo que puedo hacerte si no me obedeces.~ Bromeé mientras volví a sentir ruidos en el galpón, parecía ser que era de forcejeo. Esperaba no estar equivocándome, pero estaba segura, había tenido una visión del galpón en uno de los pocos sueños que he tenido últimamente.

Sentí a alguien correr a nuestras espaldas. Tomé el brazo del muchacho. ~No te gires.~ Musité por lo bajo. Sabía lo que pasaría ahora.

''Envertestatil'' Fue el hechizo que se hizo oír. Pensé eficientemente: Si el muchacho recibía el efecto, no sabía qué le pasaría, no sabía si le afectaría el doble o si era inmune a ésto por ser de otra raza. Pero no es que yo sea masoquista, sólo que sí le afectaba mucho, sería una carga tener que andar con él ahí porque cayó mal. Así que lo empujé con brusquedad hacia la carretera, donde no pasaban autos. Éste hechizo hace que el oponente pierda el equilibrio, empujándolo hacia atrás, e incluso bien logrado puede ocasionar desmayos. Me di vuelta hacia quién había provocado el hechizo. Para que si me empujara atrás, fuera alejándome de él, no acercándome. Sólo logró hacerme perder el equilibrio, no llegué a tiempo para intentar anularlo, pero pude evadir parte de éste.

No reconocí a ésta persona, pero probablemente era de la casa de Hogwarts, Gryffindor, algún rencoroso que creía estar seguro de que era una traidora, mientras que ni siquiera yo estaba segura de eso. ~¡Everte Statum!~ Dije. Era el mismo hechizo que el que me había lanzado, al que ahora reconocía como un chico. La diferencia es que éste no podía ocasionar desmayos, sólo podía lanzarte hacia atrás y hacerte perder el equilibrio, pero al ser ésto, sería más efectivo con sólo dos órdenes. Éste fue empujado hacia atrás, un par de metros. Me di cuenta de que había botado mi varita. ~Venite~ Ésto hacía que mi varita se devolviera a mí, y así fue.

Fui corriendo hacia el muchacho, el semidiós, y sin tiempo de ver si estaba muerto o vivo le dije, ~Ahora... Lo único que nos queda irnos de acá, ¡y rápido! Afírmate. ~ Mi varita ya no estaba iluminada, ya que la había usado para otro hechizo. Busqué la mano del chico, y cuando la encontré, dije ~Defeurto~ Esto nos teletransportaría a donde yo decidiera, se creó una nube negra como funcionaba siempre el hechizo y no dejaría rastro de nosotros. Estábamos en la punta de Chicago, así que decidí ir al otro extremo de éste estado. Llegamos al lugar, pero yo estaba herida, porque había caído sobre unas rocas de filo. Cerré los ojos y esperé un momento para intentar reponerme.