1, 2, 3 ¡CORRE! >#Bryce#

Había sido un tiempo ya desde que la niña que tanto me había temido, se había rendido a mis pies y había depositado su inocente confianza en mí, y posterior a eso yo la había matado. No me sentía culpable, era lo que tenía que pasar. Ella había visto mucho, y todos los que habían visto mucho estaban hechos para morir producto de mí, o de mi varita Jenioux. No fue fácil zafarme del cazador que había intentado defender a la niña, pero había sido un intento fallido. Me había encontrado con nuevas especies ahora último, incluso con un mestizo, hijo de Poseidón. ¿Cómo se llamaba? Damien... Creo. No renegaba de la existencia de otras especies, pero algunos hechiceros sí lo hacían, tanto como las otras especies también negaban la existencia de mi raza. Pensaba recorrer Hogwarts de nuevo. Iba a ser divertido. Quise caminar hasta allí. ¿Para qué teletransportarme? Podía encontrarme con algo interesante en el camino y me arrepentiría después, quedando con la incertidumbre de si me había perdido de algo o no. Atravesar montañas no resulta fácil. Tomé el camino más fácil y me fui por uno de los más grandes bosques que yo alguna vez haya tenido que recorrer. Cayó la noche, había Luna Nueva. Sólo una fina línea redonda, cortada por la mitad se dejaba entre ver. Yo podía ver la Luna entera, una pequeña franja que cuadraba el círculo, siendo sin embargo sólo una mitad la que realmente se dejaba denotar. Las estrellas eran escasas. Me incomodaba, teniendo escotofobia, y caminar por un bosque no resulta algo agradable. No me avergüenza decir que tengo escotofobia. ¿Quieres que te lo diga de nuevo? Aquí va: Tengo fobia a la oscuridad. ¿Cuál es el problema?

Pues, lo he aprendido a controlar al tiempo que han transcurrido los años. Hoy no había nada de lo que podría surgir cierto nerviosismo en mí... Pero es una fobia, no puedes decirle cuando aparecer y cuando no. ~Lumos.~ Susurré. Mi varita proporcionó luz desde la punta, obedeciendo a mi hechizo. Iluminé hacia atrás, sólo el viento, era la corriente que sentía a mis espaldas. Frente mío vi una figura humana. Seguí caminando igual que antes. Lento, firme y seguro. Era un chico. Estaba dándome la espalda. Me acerqué más a él. No parecía moverse. Tenía el cabello negro, era más alto que yo y parecía tener una buena condición física. ~¿Idruk?~ Pregunté irrumpiendo en el silencio y en sus pensamientos. Me giré hasta su rostro. Tenía unos lindos ojos azules, seguido de una cara atractiva. Bajé mi varita, la luz se apagó. No era Idruk Kaesi, mi único aliado. Mi único amigo. La única persona en la que yo podía confiar. Su silueta no era muy diferente por atrás, excepto de su cabello medían más o menos lo mismo. Me quedé sin decir nada. No sabía quién era el chico realmente. Preferí no preguntar y que él dijera algo antes de que yo volviera a equivocarme al hablar.

Sentía lobos y gatos alrededor, haciendo éstos molestos ruidos. Había sonido de ramas caer, bichos también se sentían. No era un lugar muy silencioso que digamos. No había plena oscuridad, pero tampoco era tanta como cuando hay Luna Llena y las estrellas se ven mejor. Eran más o menos las dos de la mañana, según yo calculaba. Me pregunté durante unos segundos qué sería lo que diría el chico, pues entonces me cambié de pensamiento, eso él mismo lo decidiría. Esperaba eso sí que no fuera muy agresivo y antisocial, para comenzar a atacarme y otra vez una pelea, estaba muy cansada para ello, por más que a veces la noche no se veía diferente al día, peleando y peleando sin parar, eso había sido para las guerras en Hogwarts, ahora habían cesado, pero ya me había hecho la costumbre de pelear día y noche... Y esa costumbre ya se estaba perdiendo. Pues había sido hace un buen tiempo, ahora último rara vez sacaba mi varita para convocar un hechizo contra un enemigo o rival de pelea. No se estaban dando mucho, y precisamente en éste momento, esperaba que no se diera. En resumidas cuentas: No tenía ganas.